Este año contamos con Imelda Ferrer generando la luz con lámparas caseras y pequeños inventos con la intención de volver a la esencia de la escena, un encuentro de piel a piel.
Raquel Sánchez y MOON- DOS compartieron con el público un juego,
una mirada atenta llena de sinceridad. Durante el desarrollo de la pieza el público se sintió muy cercano y se vivieron experiencias difíciles de expresar con palabras. Éstas fueron afianzadas y compartidas tras la reflexión conjunta que tuvo lugar después de la actuación.
La improvisación ya de por sí es un acto de generosidad y de apertura
al momento. Despertar los sentidos es algo que necesitamos comofruto de nuestra especie y protección al desaliento de la destrucción.
¿Quién dice que Madrid no se mueve?
Se está moviendo y con fuerza.