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jueves, 25 de agosto de 2011

CAER EN QUERER


Fin  de curso de Masuno en el Molino Rojo con una de las muestras más interesantes que hemos visto este año. Matias Zanotti y Lucio Baglivo, dos completos artistas de la interpretación a través de la danza, del movimiento y la actuación.
Improvisaciones sobre el amor son la excusa para componer un espectáculo, aún en proceso, que nos muestra las posibilidades expresivas de la danza contemporánea, el jazz o el funky aderezado con momentos acrobáticos, gesto, parte hablada y cantada, humor, ironía…


“Una sala de espera, ser/es social/es, son dos, ¿o es todo uno?. Esperan la tarde que cae azul. Y tardan la espera, a que caiga un Príncipe, sin principios…”
El leitmotiv musical de la película Casablanca  y algunas de las canciones que Matías y Lucio cantan, nos ambientan perfectamente en esta narración sobre el enamoramiento romántico, nostálgico, ideal y contradictorio.
Si bien el equilibrio del vestuario y el atrezo enfatizan acertadamente el simbolismo de la historia quizás el uso del espacio podría haber sido más enriquecedor.


El calor de los compatriotas que llenan la sala rompe frecuentemente en aplausos  creyendo haber encontrado el punto final con el  oscuro de sala y música en alza, pero se trata de  la confusión creada por la forma de cerrar los diferentes capítulos de la historia. Y precisamente  los últimos minutos de todo el proyecto artístico son los menos claros e inquietantes.
En suma, merecidos y efusivos aplausos por el alarde general de medios. Gracias por dejarnos caer con vosotros.

                                                                                               Texto: Carmen Fernández
                                                                                                Fotos: Miguel Angel García

Kytatioh Co & ConserLab/ D A N D E L I O N


Un grupo de 13 bailarines del último curso de grado medio de contemporáneo junto con el concepto de Pedro Berdäyes nos presentaron una performance e improvisión. Dirigida a través de diferentes cuadros o escenas, una improvisación estructurada donde los bailarines se desenvolvían con limpieza técnica.
Destacaríamos que los bailarines con patrones de movimientos investigaron su propio sentir, algo que no es habitual. Todo ello gracias el porcentaje de riesgo asumido ya que se pudo desvelar la singularidad de cada uno de ellos.


Esta propuesta donde la improvisación esta guiada desde determinadas pautas limita la búsqueda de aquel instante que cuando se reconoce uno se crea la necesidad de improvisar. Y es que como público y también como artista escénico hemos de posicionarnos ante una manera de mirar - de estar. Asumir el riego tanto del espectador como del artista es un compromiso que se forja con la tiempo o estados concretos de la persona. La creación o composición a tiempo real apunta en esta vertiente pero con diferentes tendencias. 


Hay muchas maneras de investigar con la improvisación y la que vimos el 10 de junio fue una de ellas, un trabajo en proceso con lenguajes  e ideas particulares para concretar si fuera ese el deseo.
Duró una hora y cuarenta minutos lo que provocó quizás saturación, pero los bailarines tenían tanta fuerza y se estaban entregando tanto que merecía la pena estar ahí.
Cuerpo y alma se mueven al compás de necesidades que con suerte sorprenden al propio cuerpo y se instalan en el instante.

Propongo repensar la improvisación y no dejarla en una mera palabra con significados ya conocidos, encontrar su nuevo significado con el absoluto riesgo que ello plantearía, ya que hablamos del aquí y ahora una consciencia nada fácil que está en continuo cambio y sin directriz. Una responsabilidad de aquel que en escena presenta su intimidad.

                                                                                                                        Fotos: Miguel Angel García