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miércoles, 6 de abril de 2011

Hisako y Rombolá: Texto crítico y fotos



Contar lo que fue la puesta en escena de Hisako Horikawa y Alessandra Romobolá supone ajustar a palabras algo que, para mí, sobrepasó esta dimensión muchas veces limitante. Pero cuento con algo a mi favor, y es que me emocionó.

Hisako se expresa por medio de una técnica creada por ella misma junto a Min Tanaka: el body weather, que concibe el cuerpo como materia que cambia constantemente, como lo hacen el clima y la atmósfera; y Alessandra se expresa a través de la improvisación musical y con muy diversos «instrumentos». Asistimos a un suceder de emociones y realidades diversas que cada una entrelazó fiel a la escucha de sí misma, y no fue necesario mayor argumento, pues se dejaron sentir razones que no atienden a la razón. En su puesta en escena se respiró el compromiso con el momento y una presencia imponente.

Hisako compartió una experiencia de vida generosa y valiente que nos regaló en su entrega en cada uno de sus movimientos; un trabajo que nace de la escucha de las sensaciones, de la confianza en la sabiduría del cuerpo y de las emociones traídas al ahora y surgidas de él. Se expresó a través de muy diversas imágenes que contuvo en su forma más explicativa y potenció en una expresión más sutil. Participamos de un viaje a través de numerosos seres, organicidades, sentimientos, sensaciones a flor de piel, calidades de tono corporal, edades, rostros, manos, extremos, pasos, cada cual habitado plenamente; siendo en sí mismo y a la vez brotando de los demás o dándoles paso. Dio espacio para que cada espectador derramara en sus imágenes las propias y se escuchara en la fortaleza del ser humano, en su sobrecogedora debilidad, en la temprana consciencia de un ser vivo, en la ternura, en la incomprensión, en la fe, en la experiencia despreciada, en el dejarse caer, en la extrañeza del mundo, en el desaliento, la alegría de vivir, la lucha sin sentido, la comicidad de la existencia y en su maravilla. Logró hacerme entender que el body weather proclama la sabiduría del cuerpo y la fuerza del alma del ser humano, y que despierta la conciencia de algo más sutil de nosotros mismos. Bastaron dos coletas y un chubasquero rosa para revelar tal generosidad. Desde el principio, una increíblemente poderosa bajada por las escaleras, hasta el final, un bis de despedida rebosante de alegría y agradecimiento, jamás se detuvo su vivencia interna y en todo momento estuvo conectada con el espacio y el público. Tras penetrar y arañarnos donde emociona para bien y para no tan bien, supo dejarnos con una sonrisa en la cara.


Alessandra dio muestra de gran riqueza creativa, tanto por los instrumentos que utilizó como por su interpretación, y de una puesta en escena igualmente intensa. Escuchó sus pulsiones internas tomando partido firmemente en unos momentos y dejando en otros vía libre al transcurrir del tiempo. Hizo del silencio parte de su música. Sugirió y supo hacerse delicada, contenida, intensa, apoteósica, deambulante… Otro viaje lleno de sugerencias firmemente habitadas por la música.


Dos artistas que viajaron dos caminos en paralelo y se sugirieron desde la distancia. Ojalá os hayáis dejado ir con ellas y ojalá hayan despertado muchos espacios olvidados de vosotros.

Olga Martínez Yuste

Fotografías de Lucie Geffré